POV CAROLINE.
¿Caroline?
¿Cariño?
¿Mamá?
Estoy aquí
cariño, tranquila.
¿Estoy muerta?
No, claro que
no cariño. Solo estás a la deriva.
Todo está
demasiado oscuro ¿Dónde estás?
A tu lado.
Siempre a tu lado.
Tomé una respiración profunda.
Una molesta punzada en mi costado detuvo mi inhalación
en seco. Quise moverme, quejarme, pero no encontraba mi cuerpo y me sentía
excesivamente débil, como si mi cuerpo flotara sobre una nube.
Todo estaba oscuro y solo podía escuchar mis latidos,
mi respiración y lejanamente dos voces femeninas, suaves y melodiosas, como el
sonido de cristales y campanas.
–
Créeme, estoy bien. No te preocupes.
– Cariño, solo te tomara un momento, por favor.
Ven a la cocina a comer algo, tienes alrededor de 12 horas sin probar bocado.
– No tengo apetito, tía. Te prometo que estoy
bien, además, dudo que pueda incluso tomar algo en estos momentos, me quedaré
aquí hasta que despierte.
– Ella está bien ahora, Carlisle lo aseguró.
Despertará pronto, no hay más por lo cual preocuparte.
- Gracias,
pero hablo enserio cuando digo que no podré pasar bocado. Tengo un nudo en la
boca del estómago y solo pensar en comida me da nauseas.
Silencio.
– Nada de esto ha sido culpa tuya, lo sabes.
- Si, lo sé.
Pero no puedo evitar sentir que lo es.
- Su destino y el de sus hermanas era morir en manos de un
vampiro, pero gracias a ti, el curso de las cosas cambió. Además, Caroline
sabía a lo que se enfrentaba, desde el principio se lo dijiste, incluso yo lo
hice y ella simplemente lo ignoró. Como todos los humanos sin sentido común,
solo le emociona este mundo por lo muy aburrida que seguramente es su vida. No
te aflijas, no tienes la culpa de su falta de instinto de supervivencia.
– No es así de sencillo. No conoces a
Caroline, estoy segura de que no ha
ignorado absolutamente nada. Conozco como funciona su mente, tiene muy presente
cada una de tus palabras, cada una de las señales de advertencia, pero las ha
estado omitiendo por mí, Nahuel e incluso por Alice. Y, por la forma en la que
se lleva con el resto de la familia, creo que lo hace por todos. ¿No has visto
como bromea con Emmett? ¿Como alaba cada cosa que Esme cocina para ella? ¿No te
parece obvio el sentimiento de gratitud hacia Jasper por haber salvado a su
hermana? Aquí no se trata de sentido de supervivencia, se trata de que ella es
el único trozo de humanidad que ha decidido por cuenta propia, omitir la
inmortalidad y ver humanidad en mí, en ustedes.
– Eso no
cambia el hecho de que todos sabíamos que ella era demasiado frágil desde el
principio, incluso en algún rincón de su mente, Caroline tuvo que haberlo
tenido claro. Los humanos no encajan en nuestro estilo de vida, son demasiado
quebradizos.
Un suspiro cansado resonó en mis oídos, despertando mi
sentido auditivo por completo, la siguiente oración pude escucharla claramente
e incluso mi cerebro reconoció a quienes pertenecían las voces.
- Tú
simplemente no lo entenderías, Rosalie. No voy a discutir este asunto contigo. Cuando
tenga apetito, iré por mi propia cuenta y me prepararé algo. Ahora, por favor
cierra la puerta al salir.
La voz
de Carlie y el bajo chirrido de la puerta al cerrar, me trajeron de vuelta. Lentamente cada uno de mis sentidos despertó al igual que toda mi anatomía.
Escuché como Renesmee decía mi nombre cuando me removí inquieta sobre la colcha
y solté un gemido ante el dolor que oprimía mi costado derecho con cada
inhalación o movimiento.
…
- Se la llevaron, Caroline. Se han llevado a Karen.
…
Entre maldiciones bajas luché contra el temblor de mis
manos, intentando encajar la llave en la cerradura…
- ¡Maldita sea!
- ¿Qué es ese vocabulario tan poco elegante?
…
Cortos pero
claros fragmentos de recuerdos, en los que se mezclaban voces e imágenes,
empezaron a reproducirse uno tras otro, como una especie de película de terror.
Aún no abría los ojos pero podía apreciarlas nítidamente en mi cabeza.
Volví a gemir,
ante una punción directa de dolor en mi cráneo.
- Line,
tranquila. Intenta no moverte, eso solo hará más doloroso todo – la voz de
Carlie volvió a escucharse lejana. Estaba tan aturdida que apenas pude
comprender el significado de sus palabras, mi cabeza estaba llena de imágenes.
…
- Sabes qué soy, ¿verdad?
Fruncí el ceño ante su pregunta y aunque dudé, le respondí.
- Sí.
- Sabes quién soy y para qué he venido.
…
Las punzadas en
mi cabeza incrementaban con el pasar de cada segundo, apreté mis parpados
intentando encontrar la forma de soportar el dolor.
…
Una mujer de cabello largo y negro como el carbón, alta y
esbelta, de tez inhumanamente pálida. En cada una de sus facciones abundaba una
perfección que sólo podía ser sobrenatural. Su cabeza estaba ladeada, sus ojos
rojos, como dos pozos de sangre espesa, me miraban divertidos, como un león
miraría a su presa fácil…
– Mi nombre es Phoebe Nicols, nací en 1897 en Pensilvania,
¿contenta?
…
Te propongo dejar a tus padres en paz, dejarlos con vida si
juegas conmigo, ¿te animas?
- ¿Qué clase de juego?
- Es fácil, debes soportar un par de pruebitas sin hacer el
más mínimo ruido, quiero probar tu resistencia – frunció el ceño – me pregunto
¿Qué tanto podrás soportar?
…
Recordé el dolor, la angustia, la ansiedad… mi mano
doblada, la carne de mi mejilla dividiéndose, mis dedos ensangrentados, las
náuseas y el golpe de mi cuerpo contra el pasto antes de la oscuridad me
envolviera.
…
- De las tres, has sido la más interesante… Tus ojos se han
abierto tanto que pareces un caricatura en estos momentos – se burló - ¿Te
sorprende que mencione a Camila, también?... Tengo el tiempo suficiente aquí
como para saberlo – respondió como si pudiese leerme la mente – ella es la más
nerviosa, parece que todo el sentido común que tu deberías tener, ella lo posee
en exceso – sonrió arrogantemente – fue presa fácil, Morgan solo ha tenido que atraparla
a mitad de escalera mientras venia persiguiéndote...
…
- ¡Deja a mis
hermanas en paz! – solté con voz quebrada al tiempo que abría los ojos de
golpe, discutiendo con el recuerdo, sin ser completamente consciente de que era
un acto demencial, sin sentido.
Parpadeé
desorientada por unos minutos, mirando a todos lados sin observar verdaderamente
nada en absoluto. Poco a poco mi vista fue aclarándose y acostumbrándose a la
luz del lugar. Tardé alrededor de un minuto en identificar la habitación de
Renesmee, quien estaba frente a mí tomándome de los hombros, obligándome a
mantenerme acostada mientras, a pesar del dolor en cada parte de mi cuerpo,
intentaba sentarme, ponerme de pie o cualquier cosa parecida.
- ¡Cálmate! – me
ordenó posicionándose en el marco frontal de mi visión, capturando toda mi
atención, mi mirada desorientada se centró en ella.
Inhalé profunda y entrecortadamente cuando el tono de
su voz detuvo mi histeria en cuestión de un segundo. Mi costilla derecha
recibió una punzada directa, y en respuesta mi expresión se tornó agria.
Sus manos en mis hombros aflojaron su agarre y
lentamente me soltó para volver sentarse junto a la cama. Yo seguía aturdida,
demasiado pasmada como para hablar, simplemente mirándola. Lentamente, logré
organizar mis pensamientos y ubicarme en el tiempo y espacio en que me
encontraba, las razones por las que estaba allí y como había llegado, poco a
poco fui capaz de recordar y encajar piezas, aunque seguía estando muy
aturdida.
- ¿Mejor? – susurró. Su voz contenida de un puro
alivio.
Pestañeé un par de veces antes de asentir, en el
proceso solté un quejido de dolor, una intensa punzada de dolor recorrió mi
cuello y tomo como punto de concentración en la parte superior de mi cráneo.
- Ah. – me quejé cerrando los ojos de nuevo.
- Quédate quieta de una vez, tanto ajetreo solo
terminara empeorando el dolor. Tienes un cardenal del tamaño de la muralla
china en costado, una contusión en la parte trasera de la cabeza tan abultada
como una montaña y una herida en el rostro que no lograra cerrarse si sigues
moviéndose y torturándote de a ti misma de esa forma – me regañó severamente,
pero supe de inmediato por su expresión que su tono era resultado de lo
asustada que la tenía mi comportamiento.
Alguien tocó la puerta.
- Lo tengo bajo control, tía. No es necesario que
entres, me haré cargo – murmuró mientras acomodaba la almohada tras mi cabeza,
tanto movimiento me había dejado en una posición nada favorable para mi
deteriorado cuerpo.
- ¿Dónde están mis hermanas? – logré pronunciar cuando
encontré mi voz, sin embargo mi voz sonó pastosa, no la sentí como mía, más
bien como la de una extraña.
- Están a salvo – y antes de que pudiera preguntar,
agregó: - están en perfectas condiciones, solo un par de moretones, cosas de
nada – me tranquilizó – están en tu casa en este momento, cubriéndote con
Melanie.
Suspiré procesando la información, siendo cuidadosa de
no provocar dolor en mi costado y/o cabeza.
- ¿Cómo está tu familia? – murmuré mirando vagamente el
techo de su habitación, sintiendo como mi estómago se revolvía en espera de la
respuesta.
- Cada uno en todas sus piezas – intentó bromear, pero
ni aunque hubiera querido logre captar el trasfondo gracioso del asunto – en
este momento están monitoreando Forks y sus alrededores, asegurándose de que
todo peligro sea descartado.
Cerré los ojos, aliviada y al instante una nueva
pregunta se escapó de mis labios:
- ¿La manada?
- Un grupo está merodeando por aquí y el otro
asegurando tu casa.
Mis ojos se abrieron de par en par cuando el recuerdo
de dos voces masculinas mezclándose, se reprodujeron a la par en mi cabeza.
- ¿Dónde están Seth y Nahuel? – solté sin preocuparme el
descaro de mi pregunta, por puro impulso levanté la mitad de mi cuerpo, con
intenciones de sentarme, pero de nuevo mi costado adolorido me empujó contra la
colcha, por primera vez noté el yeso puesto en mi mano cuando este por mi
movimiento golpeó mi estómago. Genial,
como si no fuera suficiente con mi cabeza.
Noté como una sonrisa incomoda se formaba en los labios
de Carlie.
- Seth está rodeando la casa, no se ha movido de aquí
en todo el día. Nahuel está revisando el bosque con el resto de mi familia,
asegurándose de exterminar cualquier cosa que signifique peligro para ti o tus
hermanas.
- ¿Revisando el bosque? ¿Aún están las hijas de Drácula
por la zona?
- No, solo es precaución. Todas han muerto. Jacob y yo
matamos a una – contó con orgullo y vergüenza.
Asentí, evitando imaginar cómo asesinaba a alguien.
Simplemente no encajaba con su imagen tierna y frágil.
- Ambos están bien, ¿verdad?
Carlie asintió.
Mi cuerpo volvió a relajarse sobre el colchón.
- ¿Has dicho todo el día? ¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?
- Alrededor de unas 13 horas.
- ¿Qué le han dicho a Melanie? – mi actitud era tan
mecanizada que solo me preocupaba por preguntar y escuchar cuidadosamente las
respuestas esperando lo peor, pero no sentía emoción alguna más que alivio.
- Nada. Una de sus amigas, dio a luz hoy por la mañana
y se ha ido a Seattle. Fred ha tenido que irse por cuestiones de trabajo de
nuevo. Karen y Camila se han ido al amanecer y Melanie salió de casa demasiado
apurada como para notar tu ausencia. Están tratando de actuar como si nada,
pero dentro de un par de horas irán a una supuesta pijamada en la casa de mi
abuelo Charlie, traerán algo de ropa para ti y podrán conversar de lo ocurrido.
Cuando mencionó que mis hermanas me llevarían ropa no
pude evitar evaluar mi aspecto. Como era de esperarse, vestía una de las
pijamas de Renesmee. Levanté mi brazo con cuidado, el cual se veía más delgado
en contraste con el yeso blanco que cubría mi mano; el dolor en la misma estaba
haciéndose notar por lo que simplemente volví a dejarla sobre mi estómago.
…
- Esto es por ser una arrogante – arrastró sus uñas por mi
mejilla, rasguñándola para luego abofetearme con fuerza dos veces – y esto va
por mi hermana – sus ojos rojos centellaron como dos pozos de lava – mi querida
Aria, siempre fue partidaria de las marcas – sonrió de lado.
…
Ante el nuevo
recuerdo que se había abierto paso en mi cabeza, tragué con dificultad e
intenté mantener la mayor calma posible. Mis ojos empezaron a picar y tuve que
controlar las ganas de llorar en ese momento.
- ¿La marca en
mi rostro es demasiado grande? – susurré con voz monótona, demasiado absorta
para mostrar mis verdaderas emociones ante la idea de quedar marcada de por
vida.
La mirada de
Ness se detuvo en mi mejilla izquierda y por reflejo me llevé, con exagerado
cuidado, mi mano libre hacia la misma. Mis dedos se encontraron con una venda
húmeda que cubría mi herida.
Movió la cabeza
en negativa - Está cicatrizando con rapidez, dudo que deje alguna marca. En ese
caso, sería algo tan mínimo como un rasguño.
Fruncí el ceño
entre confundida y sorprendida. Estaba segura que mi mente no exageraba, Phoebe
había rasgado mis tejidos con la clara intención de marcarme.
- ¿Qué estás
diciendo? recuerdo el dolor, la profundidad de la herida – mi mano abarcó toda
mi mejilla y casi me parecía increíble no estar sintiendo presión o ardor en
ella, solo una mínima y muy omisible molestia - ¿no lo estarás diciendo para que
no me ponga histérica, verdad? Porque me pondré aun peor si me engañas –
advertí, con miedo a dejar crecer esperanzas en mi cabeza.
Volvió a negar.
- No te mentiría
con algo como esto. Lo que digo es la verdad, dentro de unas 24 horas o menos
podrás quitarte la venda y solo habrá un rasguño casi invisible. Puedo asegurar
en un 90% que no quedara marca alguna en tu cara.
- ¿Cómo es
posible eso? ¡La herida era una grieta en mi rostro!
- Tranquilízate
– con cuidado tomó mi mano y la apartó de mi cara. Pensé que iba a soltarla pero
en cambio, la sostuvo y apretó entre las suyas – no puedo explicarlo del todo,
pero puedo mostrártelo – me miró durante unos segundos esperando mi
aprobación.
Parpadeé
repetidas veces, luchando contra mi aturdimiento y por ultimo acepte su
propuesta con un leve asentimiento. Un segundo después, la sensación de ser
espectadora del pasado me envolvió.
…
Nahuel dejó mi
cuerpo sobre la cama – tendida con sabanas color durazno – que se encontraba en
una habitación que nunca había visto.
La bonita camisa
gris que vestía, estaba ensangrentada en el pecho y algunas partes del costado,
también había rastros de mi sangre que su mentón, su cabello estaba
completamente revuelto, y se veía mucho más largo de lo que alguna vez había
podido calcular, caía hasta sus hombros y los cubría como una cortina color
azabache. La imagen me impresionó por su aspecto desaliñado y la ausencia de la
coleta que solía caracterizarlo. Lo veía directamente, por lo que deduje que
Carlie estaba del otro lado de la cama, frente a él.
El abuelo lo
arreglará, vas a estar bien… lo siento - su voz quedó atrapada en su mente, por
lo que supe que no se trataba de algo que hubiese dicho, sino de algo que había
pensado al verme tirada en la cama, con el cabello vuelto una maraña, llena de
sangre por donde se mirara y con mi piel viéndose casi tan blanca como la de
ella.
Apenas podía
distinguirse entre mis labios y el resto de mi piel y solo por el hecho de que
estos resaltaban por estar algo morados. El color negro carbón de mi cabello
resaltaba en conjunto con la sangre, y me hacían ver más blanca de lo que
seguramente en verdad estaba.
Una sensación
muy extraña recorrió mi cuerpo cuando Ness ayudo a acomodarme sobre la colcha,
debido a que estaba dentro de su mente, sentía las manos como mías, sus
movimientos como los míos propios. Tocar mi propia piel fría y sentir mi sangre
a través de sus dedos cuando intentó apartar mi cabello de mi mejilla me dio
vértigos. Agradecí cuando terminó de quitar las hebras de cabello de la herida
y apartó la mirada inmediatamente. Mi piel dividida por una profunda ruptura de
mis tejidos no era algo que quisiera conservar en mis recuerdos. Sin embargo,
el segundo en que fijó su mirada allí, quedaría grabado en mi mente por el
resto de mi vida.
Por supuesto,
Carlisle también estaba allí, sostenía un maletín de cuero marrón el cual dejó
sobre la cama y abrió en cuestión de un parpadeo.
- Carlie, puedes esperar afuera, no es necesario… -
empezó a murmurar.
- Quiero ayudar abuelo – cortó ella en seco – quiero
saber cómo esta – sorbió por la nariz y en ese momento pude sentir la humedad
de sus mejillas. Era como estar en dos cuerpos a la vez, mis emociones y las de
ella se mezclaban.
Carlisle suspiró mientras asentía, sabiendo que era
inútil discutir en ese momento, la apartó y se posicionó a mi lado. Solo pude sentir vergüenza cuando mi camiseta
desapareció ante mis ojos y los restos de la misma fueron lanzados por el
doctor a los lados de la cama, dejándome solo con el brasier gris ya algo
machado de rojo que llevaba debajo. Renesmee soltó una maldición mental y se
llevó las manos a la boca para atrapar con estas el jadeó que salió
automáticamente de sus labios, cuando vio el gran moretón que estaba manchando
cada vez más la piel que cubría mi costilla derecha.
Nahuel permanecía estático con el rostro contraído,
mirándome y completamente callado mientras Carlisle hablaba sobre el estado de
mi cuerpo. Me sentí afligida con tan solo ver su expresión. Mis manos se
hicieron puños, quise poder consolarlo de alguna forma.
- No me mires así, Ness. No me voy a mover de aquí –
respondió entre dientes, sin ni siquiera mirarla, siendo consciente de que ella
lo miraba fijamente. Ella sufría por la forma en que él estaba sufriendo al
verme. Iba a argumentar que lo mejor sería que dejara todo en manos del doctor
y esperara fuera porque no iba a soportar ver como cerraban la fisura de mi
mejilla, y cómo los moretones que cada vez se tornaban más oscuros iban a
manchar cada vez más la piel de mi costado, pero sus palabras quedaron atoradas
en su garganta.
- No hay tiempo para discusiones absurdas – cortó Carlisle
– si van a quedarse, compórtense.
El
doctor tomó la mano que yacía sobre el colchón en una posición poco posible
para alguien que no está hecho de goma. Cuidadosamente la observó y movió
durante dos segundos.
– Tiene una fractura en la muñeca y varios golpes – murmuró más para sí mismo mientras miraba
mi abdomen. Frunció el ceño, luego volvió su mirada hacia mi cara y dijo – y el
sangrado no se detiene – en cuestión de un segundo había
rasgado una bolsa de papel blanca y había sacado una gaza de ella, roseando
algo sobre esta y entregándosela a
Renesmee, quien la apoyo contra mi mejilla – sus costillas están bien, no hay
ninguna fractura, pero la sangre se está concentrando rápido por la zona
derecha – informó mientras presionaba sus manos contra las mismas para
examinarlas, estas exponían un hematoma que parecía hacerse más grande con el
pasar de cada segundo, mi sangre se acumulaba y formaba marcas entre rojizas y
moradas. Dolía de solo verlas – será un cardenal de gran tamaño, pero lo
importante es que no hay fractura – movió sus manos a los lados de mi cabeza y
le bastó con tantear la zona un nanosegundo para concluir – su cabeza está muy
hinchada en la parte trasera, necesito hacerle un par de placas.
– Lo siento… lo siento - murmuró Nahuel mirándome como
si yo pudiese escucharlo, metido en su propia burbuja obviando a los otros dos
presentes, recostado a la pared, con los puños apretados
Carlisle inyectó algo en mi mano sana y justo en el
momento en que supe que iban a tratar la herida de mi rostro, una voz muy
familiar empezó a escucharse cada vez más cerca. Supe de quien se trataba dos
segundos después, sin ser necesario que Carlie me lo dijera, recordaba haberlo
escuchado antes de perder la conciencia.
- ¡Déjenme entrar! ¡Sé cómo ayudarla! – golpearon la
puerta y la misma se abrió bruscamente, dejando ver a un Seth descalzo, sin
playera o zapatos, simplemente vistiendo unas bermudas de jean desgastadas.
Respiraba entrecortadamente y tenía un aire demente en su mirada.
- Seth por favor, tenemos que tratarla rápido. No hay
tiempo para esto – alegó Alice tomándolo del brazo para sacarlo de la
habitación, pero él ni siquiera se movió, era como si sus pies estuviesen
clavados al suelo.
- Sé cómo ayudarla, Alice. No dejaré que esa maldita
chupasangre la deje marcada de por vida – caminó decidido en mi dirección,
cuando me vio soltó un jadeo y su boca quedo abierta, parpadeó repetidas veces
como si su visión estuviese borrosa – Mierda – gesticuló sin voz. Finalmente
miró a Carlisle y la determinación brilló en sus ojos – Puedo ayudarla, déjenme
hacerlo por favor.
- ¿Cómo podrías hacerlo? – soltó Nahuel receloso,
mirándolo con los ojos entrecerrados.
- ¿A qué te refieres? – preguntó Ness.
Carlisle frunció el ceño – Te escucho. Tienes 5
segundos.
Seth asintió – Mi sangre… -
soltó tomándose muy enserio el minúsculo tiempo que le se había
concedido - Mi sangre podría sanar la herida. Creo que eso podría ayudarla, por
favor intentémoslo.
El abuelo de Carlie mantuvo una expresión de
desconfianza al tiempo que miraba mi rostro y el de Seth. Pasaron
aproximadamente tres segundos hasta que asintió.
- Podría tener algo de sentido, pero necesito más
información. Tenemos que probar, de lo contrario será imposible evitar una
marca – murmuró seriamente.
Esas palabras permitieron que Seth respirara
profundamente. Fue como si hubieran quitado un gran peso de su cuerpo, sin
embargo, sus facciones se mantuvieron crispadas.
- ¿Realmente escuchaste lo que acaba de decir,
Carlisle? – Protestó Nahuel, sonando irónico y ofendido a la vez – No sabemos que podría causar la sangre de
alguien de su… tipo, podría afectarla de alguna manera negativa, ¿realmente lo estás considerando?
- Por la misma razón he dicho que necesito más
información, Nahuel.
- ¡Es que no tiene ningún sentido! – exclamó, sin
siquiera deparar en disimular su actitud despectiva para con Seth. Pude sentir
su desagrado colándose en mi cabeza, incluso me dio escalofríos el desprecio
que se desprendía de su voz.
- ¿Tienes una mejor idea? – se defendió Seth, su
desagrado para con Nahuel era más que obvio. ¿Por qué esos dos se la llevaban
tan mal? – Estoy seguro de que no la tienes, así que si no tienes una jodida
cosa que aportar no interfieras, solo mantén tu boca cerrada – los brazos de
Seth temblaban y sus ojos parecían lanzar cuchillos a Nahuel, estuve casi
segura de que todo lo que pasaba por su mente era arrancarle la cabeza.
- ¡Intervendré las veces que me dé la gana, perro! ¡Voy
a cuidar de ella las veces que sea necesario!
Seth tomó una respiración profunda antes de responder
con tono contenido.
- Pues estamos aquí para lo mismo. Estoy cuidando de ella,
sé que ella odiará quedar marcada y si está en mis manos evitarlo, lo haré.
Aunque tenga que arrancarte la cabeza en el proceso – escupió y antes de que Nahuel
respondiera agregó con tono sarcástico – Y no te preocupes por los efectos de
mi sangre, tu ponzoña es mil veces más peligrosa y te la pasas jugando al
noviecito con ella.
¡Oh, por Dios! ¡No ahora! – la voz de mi mejor amiga
resonó en mi mente mientras a una velocidad antinatural apareció entre Seth y
Nahuel justo a tiempo para para interceptar a su hermano. El choque vino
acompañado de un pinchazo de dolor en su muñeca, pero lo ignoró completamente
puesto que ella había esperado algo peor, y por ello sintió un gran alivio
cuando Nahuel se detuvo cuando colocó su mano en el pecho al igual que lo hizo
Seth, ambos sostenían la mirada del otro pero ella evitaba que se arrancaran
alguna parte del cuerpo.
¿Qué demonios les pasaba a esos dos?
- Por favor, chicos, no es el lugar ni el momento. Si
quieren más tarde se desmiembran vivos pero en este momento la prioridad es
Caroline – miró a Nahuel – Hermano, Seth solo quiere ayudar, por favor
compórtate. Hazlo por Line – su visión se tornó borrosa y las palabras salían
atropellándose unas con otras. Ness estaba llorando de nuevo.
- No confío en él – soltó entre dientes solo para que
ella pudiese escucharlo, e hizo un ademán de señalar a Seth con su mentón.
- No hay tiempo para desconfiar. La última vez que lo hicieron
funcionó. No lo recordaba, pero incluso yo estuve presente la primera vez que
curaron a un humano con sangre de lobo – argumentó, pero el semi-vampiro seguía
mostrando una rotunda negativa.
– Yo confío en él, tenemos que hacerlo, perderemos más
sino lo intentamos – la desesperación de mi amiga hizo vacilar la negativa
grabada en los ojos de mi novio, este aflojó un poco su postura y para terminar
de convencerlo Carlie dijo -él no la lastimaría de ningún modo, créeme. Estoy
completamente segura de eso. Ni aunque quisiera podría hacerlo.
En el momento en que Renesmee dejó de hablar, Nahuel
volvió la mirada hacia ella. Sus ojos tan abiertos como platos mostraron el
clic que algo hizo en su cabeza. Sentí la frustración y el miedo de Nessie
cuando se mordió el labio inferior y se reprendió por sus palabras al tiempo
que dejaba a Seth a un lado y tomaba a Nahuel con ambas manos al sentir como la
tensión en el cuerpo de este regresaba y con más fuerza que antes.
Oh, joder. Sin
darme cuenta se lo he dicho, se dio cuenta. Maldición.
- ¡Lo hiciste! ¡Pusiste tus repugnantes ojos de perro
en ella! ¡Te voy a matar asqueroso perro hijo de puta! – juró Nahuel y cada una
de sus palabras destilaba odio y dolor.
- ¡Suficiente! – Los gritos se perdieron ante la fuerte
y autoritaria voz del abuelo de Nessie – Nahuel tendré que pedirte que te
retires inmediatamente. Esto es una situación de emergencia y tú solo estás
atrasándonos. Si tanto te importa esta chica, dale la prioridad que requiere su
salud en este momento. Cualquier asunto que no tenga que ver con su
recuperación puede ser tratado luego.
En un
nanosegundo, Nahuel se deshizo del agarre de Carlie y desapareció, seguido de
Alice, de la habitación. El vampiro rubio suspiró y miró con cansancio a la
puerta cuando se cerró en un portazo. Luego, sacudió la cabeza y regresó su
atención a Seth.
- Haremos lo que propones. Pero necesito más detalles,
¿específicamente como funcionaria tu sangre en ella? ¿Hay algún procedimiento
especial? ¿Algo que deba saber?
…
Las imágenes se desvanecieron y lo último que quedó palpitando
en mi cabeza fue la imagen de Seth mirándome...
Parpadeé aturdida intentando aclarar mi visión. Volví a
ser consciente de lo que me rodeaba pero lo que Renesmee me había mostrado seguía
revoloteando en mi cabeza.
Iba a quejarme ¡¿Cómo podía haber dejado de mostrarme
sus recuerdos cuando venía la parte que más me interesaba?! Sin embargo, cuando
escuche dos voces femeninas exclamar mi nombre al unísono supe la razón.
- ¡Line! – casi gritaron Karen y Camila en uno más de
sus momentos extraños donde solo podía encontrar un tipo de explicación en el
hecho de que estaban juntas desde antes de nacer.
Mis hermanas irrumpieron en la habitación sin siquiera
molestarse en tocar, simplemente abrieron la puerta de par en par y corrieron
hacia mí. Vestían ropas holgadas y deportivas, el cabello de cada una estaba
recogido en una coleta/moño descuidado e incluso Karen tenía puesto sus lentes
de lectura, los cuales nunca usaba fuera de casa. Ambas estaban completamente
destruidas, ese hecho me hizo recordar a Alice, quien seguramente consideraba
un delito salir a la calle de esa forma.
- ¿Cómo estás, Line? – empezó Karen que fue seguida por
Camila en la avalancha de preguntas que inundaron la habitación.
- ¿Cómo te sientes? ¿Te duele mucho?
- ¿Qué te duele exactamente? ¿Tienes hambre?
- ¿Hace cuánto despertaste? – concluyeron ambas al
unísono.
Para ese entonces, estaban sentadas en cada extremo
libre de la cama, muy cerca de mí, inspeccionando mi aspecto. Todo estaba
pasando tan rápido que mi cerebro palpitaba dolorosamente en mi intento de
responder a cada una de sus preguntas, no lograba concentrarme en otra cosa que
no fuera mirarlas fijamente mientas hablaban sin cesar como dos motores a toda
marcha, con esa energía que tanto las caracterizaba.
En el momento en que en mi cabeza sonó el “clic” que me
dejó procesar todo lo que estaba ocurriendo, sonreí ampliamente. Ellas estaban
bien, siendo un completo desastre como siempre y eso era todo lo que
verdaderamente importaba. Cada uno de los dolores que palpitaban en cada
extremo de mi anatomía, pasaban a un segundo plano gracias al alivio que me
embargaba en ese momento.
Les sonreí tímidamente.
- ¿Por qué no respondes? – dijo Camila exasperada por
mi falta de palabras.
Karen frunció el entrecejo.
- La pregunta sería ¿Por qué sonríes? ¿Acaso estás
loca? ¡Luces terrible!
Me reí y me dolió el cuerpo entero en el proceso. Lo
ignoré.
- ¿Lo único que se les ocurre decirme es que luzco
horrible? ¡¿Qué clase de hermanas son ustedes dos?!
Camie rodó los ojos.
- Ya empezó a quejarse, eso es señal de que está bien.
- Si, por su tono berrinchudo puedo deducir que
sobrevivirá – completó Karen.
Puse los ojos en blanco y bufé.
- Mejor cállense y ayúdenme a sentarme – ordené mientras
me reía débilmente sin una razón en particular.
Las chicas me sostuvieron con cuidado por ambos lados y
se las arreglaron para ser lo más cuidadosas posible y aunque mi cuerpo entero
replicó ante el movimiento, hice mi mayor esfuerzo para mantener una expresión
serena y no soltar quejido alguno, los obligué a permanecer en mi cabeza. Sin
embargo, mientras Camila acomodaba la almohada en mi espalda y Karen me
sostenía, esta última por accidente rozó mi costado con su mano.
Siseé adolorida.
- Lo siento, ¿estás bien?
Asentí recuperando la compostura. Cuando alcé la mirada
tenía los ojos humedecidos y una mueca extraña se formaba en sus labios.
- Tranquila, Kar. Quita esa cara – la regañe
deshaciendo su ceño fruncido con el dedo índice de mi mano ilesa – estoy bien,
solo un poco lastimada. Pero sanaré por completo y estaré correteando contigo
por toda la casa como siempre, ¿de acuerdo?
Ella asintió e intentó sonreír, pero solo logró hacer
una mueca incomoda. Camila también estaba mirándome fijamente. Suspiré.
- Estoy bien chicas, dentro de lo que cabe claro. Al
menos estoy muchísimo mejor de lo que estaría de estar en manos de otro que no
fuera el abuelo de Renesmee. Me duele todo pero es soportable, no puedo
quejarme.
- ¿Qué tal va eso? – murmuró Camie, con los ojos fijos
en mi mejilla.
- Ni yo misma estoy segura de ello – me limité a decir,
no contaba con la información suficiente como para decir algo más.
- Nahuel te trajo en brazos y por un momento pensé que
habías muerto… - Karen hizo una mueca.
- Pero no fue así – me apresuré a completar cuando noté
como se quebraba casi imperceptiblemente su voz al final de la oración.
Ambas me abrazaron con extremo cuidado e intenté
corresponder el gesto aun cuando mis brazos estaban algo adormecidos.
- Nos diste un susto de muerte, enana – murmuró Karen cerca
de mi oído.
- Lo siento – susurré intentando disculparme por todo
en general.
Nos quedamos así, abrazadas las tres por un lapso de
tiempo que no supe determinar. Cada una de nosotras lloró en silencio y estoy
segura que ellas al igual que yo dieron las gracias a todo aquello divino que
existía, por el hecho de que estábamos juntas… y vivas.
- Miren nada más como lloran par de nenas – bromeé
soltándolas para que me miraran – se quejan de que soy un jodido desastre, que
estoy atolondrada y que solo les doy dolores de cabeza pero bien que me
extrañarían. Ser solo ustedes dos no sería ni la mitad de emocionante – chasqueé
con la lengua.
- El hecho de que eres un jodido dolor de cabeza no ha
cambiado – dijo Camila – eres la hermana menor más insoportable e inquieta de
la historia, pero eres como la mascota de la casa…
- Te queremos aunque solo sepas ensuciar y armar
desastres – completó Karen, haciendo que ambas terminaran riéndose y chocando
los cinco.
- ¡¿Me están comparando con un cachorro?!
- En efecto, mi querida enana – respondió Karen sin
remordimiento alguno.
Entrecerré los ojos y les saqué el dedo medio de mi
mano sana, lo que provoco que se rieran aún con más potencia. No pude evitar
reírme con ellas. Muy en el fondo supe que nos estábamos riendo nerviosamente
de lo cerca que habíamos estado de separarnos para siempre.
- Ustedes dos están perfectamente bien, ¿verdad? – las
miré a ambas con ojo clínico.
En el rostro de Karen habían un par de rasguños y
Camila tenía el labio partido, pero apenas se notaban. Entrecerré los ojos
exasperada cuando me di cuenta de que se habían puesto maquillaje para
cubrirse.
- Teníamos que hacerlo – aclaró Camie leyendo mi mirada
– Melanie salió muy rápido de la casa esta mañana, pero sabes que de haber
visto marcas en nuestros rostros se habría parado en seco a examinarnos y no
podíamos darnos el lujo.
- Alice vio que Melanie se iría muy temprano a Seattle
por el parto de Tyra, así que simplemente tuvimos que actuar como si
estuviésemos preparando el desayuno – dijo Karen.
- Fred salió de viaje de nuevo, alrededor de una hora
después que Melanie. Así que no dio problemas. Por primera vez veo la ventaja
de que siempre duermas como un oso hibernando. Nadie se extrañó al no verte
despierta, fue relativamente fácil – Camila se encogió entre hombros.
- Ahora le hemos dicho a Melanie que para “no quedarnos
solas en casa” – Karen hizo las comillas con los dedos - ya que ella no volverá
sino hasta mañana, vamos a dormir en casa de Carlie. Y dado a que Fred no
volverá sino hasta la próxima semana, estuvo encantada con la idea.
Asentí sintiéndome más tranquila. Todo estaba a nuestro
favor.
- Aparte de los rasguños, ¿tienen algo más? –
interrogué siguiendo mi escrutinio.
- No – soltaron ambas a la vez.
No confiando del todo en sus palabras las obligué a
mover sus manos y piernas, ponerse de pie para levantarse las camisas y
mostrarme sus abdómenes y espaldas. Todo estaba en perfectas condiciones para
mi gran alivio, sin embargo…
- ¿Eso es un moretón, Camila?
Mi hermana inmediatamente se cubrió la parte superior
del brazo que apenas estaba cubierta por su camiseta de cuarta manga.
- Si…
- Quiero verlo – exigí.
Suspiró con rendición y volvió a sentarse en la cama,
extendió su brazo hacia mí y aparto su manga dejando a la vista la marca
violeta que manchaba su piel en forma de unos 5 largos y delgados dedos.
La miré irritada. Ocultarme sus moretones no mejoraría
ni empeoraría nada, pero necesitaba saber con detalle el estado de sus cuerpos.
– Solo me duele un poco este brazo. La mujer que se
encargó de secuestrarme tenía muchísima fuerza… me sorprende aun tener brazo –
abrió las palmas frente a mis ojos – aquí tengo más rasguños, porque me caí
intentando llevarle el ritmo cuando técnicamente me arrastraba por el bosque –
hice una mueca al ver sus manos maltratadas -
y la herida del labio me la hice yo misma, tropecé cuando intente
seguirte fuera de la habitación contra la puerta… pero del resto estoy
perfectamente – me aseguró y esta vez le creí.
- ¿Karen? – solté esperando que mi otra hermana fuese
completamente sincera también.
- Yo en verdad estoy bien. Me sacaron dormida de la
habitación, no fui arrastrada, al menos no que yo lo recuerde, y los rasguños
que tengo el rostro ni siquiera sé cómo me los hice. Además de eso, solo tengo
un par de uñas partidas – me mostró sus manos, sus perfectas uñas largas habían
sido reducidas a tan solo siete, las otras 3 estaban partidas.
De un momento a otro la mano de mi hermana empezó a
verse borrosa, parpadeé repetidas veces intentando fallidamente esclarecer mi
visión hasta que una oscuridad absoluta me cegó por completo por unos segundos
y finalmente entre formas y sonidos mezclados una imagen se formó frente a mí.
...
"Me encontraba en la habitación de las mellizas, ambas
dormían tranquilamente sobre sus camas, con sus sabanas enrolladas en sus
cuerpos y también con algunos ronquidos leves de Camila cuando su cabeza
quedaba en una mala posición.
La ventana estaba abierta y la brisa fría de una típica
noche en Forks ambientaba el lugar. Una silueta negra entró por la ventana.
Quise gritar, pero no hubo sonido alguno. Entré en pánico cuando esta se acercó
a la cama de Karen y aparto las sabanas de ella.
Mi hermana fue sacada de la habitación, quien fuera que
llevaba su cuerpo en brazos saltó con habilidad por la ventana y aterrizó en
nuestro patio con un ruido sordo. Mi hermana solo murmuró cosas inentendibles y
acomodó su mejilla en el pecho de su secuestrador. No podía verle el rostro,
todo estaba demasiado oscuro. Vestía de negro y mientras corría como una ráfaga
de viento entre el oscuro bosque de Forks pasaba desapercibido. La oscuridad
parecía absorberlo.”
- ¿Caroline? ¿Estás ahí? ¿Qué ocurre? – escuché la voz
de Camila lejanamente.
“Camila me observó salir de la habitación. Se quedó
estática en su lugar, la con la respiración contenida y las lágrimas
deslizándose cuesta abajo por sus mejillas. Soltó todo el aire que tenía
contenido en un sollozo ahogado y el sonido pareció traer su alma nuevamente a
su cuerpo pues fue entonces que volvió a moverse.
Por un momento tuvo el aspecto de un bebe dando sus
primeros pasos, ya que sus pies daban pisadas torpes en dirección a la puerta.
Tropezó. Su rostro dio contra el marco de madera y su labio inferior empezó a
sangrar. Lo ignoró y con más ímpetu salió de la habitación, intentando
seguirme.
Respiraba entrecortadamente e intentaba contener sus
sollozos para no hacer demasiado ruido. Bajaba las escaleras a oscuras, con las
piernas adormecidas y el resto del cuerpo dormido. En cuestión de un segundo,
como si se tratara de un producto de la oscuridad misma, una silueta apareció a
sus espalas y una mano fría y pálida le cubrió la boca.
“No fastidies y mantén la boca cerrada.” – un susurro
bajo, femenino y hostil, produjo un escalofrió doloroso en toda la columna
vertebral de mi hermana.
De todas formas, Camila no era capaz de siquiera
gritar o al menos soltar un gemido. Todo el oxígeno se había quedado atascado
en su pecho gracias al miedo que le congelaba hasta la última gota de sangre en
sus venas.
No pude verle el rostro y por la forma en la que la
oscuridad le servía de camuflaje, supe que su vestimenta era negra. La
secuestradora – de quien sabia el género por el tono de su voz - Arrastró a mi
hermana escaleras abajo, pero antes de bajar el último escalón, miró en la
dirección en la que yo corría justo antes de que mi figura desapareciera al
entrar a la cocina.
Otra persona entró en escena. Una figura esbelta y
femenina que pude reconocer a pesar de la oscuridad, levantó el pulgar en
dirección a la otra mujer sin rostro para luego girar sobre sus talones y
recostarse en el marco de la cocina. Phoebe.”
- ¡Caroline, reacciona! – gritó Karen, haciendo que las
imágenes desaparecieran y mi visión se tornara completamente difusa por unos
segundos.
Lo primero que vi cuando volví a apreciar lo que me
rodeaba fueron las caras de mis hermanas mirándome fijamente. Renesmee y Alice
estaban tras ellas observándome con la misma fijeza.
¿Qué demonios
acaba de pasar? ¿Por qué todos me miraban como un fenómeno?
- Line ¿Qué pasa? ¿Estás bien? – preguntó Camila chasqueando
sus dedos frente a mis ojos. Parpadeé aturdida pero no fui capaz de hablar. -
¿Por qué no reacciona? – soltó mi hermana angustiada mirando a Alice.
- Ya reaccionó, dale unos minutos. Está en shock – la
voz del padre de Carlie, me hizo notar su presencia en la puerta de la
habitación.
- ¿Shock? ¿Por qué?
- Porque ha tenido una visión – respondió por fin Alice,
su rostro no tenía expresión alguna, solo un gran signo de interrogación dibujado,
podía apostar a que mi rostro lucia igual de desconcertado.
La miré buscando respuestas y fui capaz de entender que
ella estaba haciendo lo mismo. Me sentí incluso más perdida.
- ¿Una visión? – repitió mi hermana confundida e hice
la misma pregunta a coro en mi mente.
– Sí. Acaba de darle un vistazo a cosas que ya
ocurrieron. Lo que se traduce en que tiene la capacidad de ver el pasado –
explicó Edward – o al menos eso acaba de hacer… - agregó no muy convencido
mientras fruncía el ceño.
¿Pasado? ¡¿Que
acabo de hacer qué?! – una
dolorosa punzada tronó en la parte superior de mi cráneo - ¡Mierda!
Demasiado pasmada para hablar, bajé la mirada y - como
si se tratara de la cosa más interesante en toda la habitación – la enfoqué en
mi yeso por un momento.
Cerré los ojos. Mi cabeza daba vueltas en mi intento de
separar lo que había visto con lo que estaba pasando, darle coherencia a lo que
estaba escuchando y finalmente poder comprenderlo. Sin embargo, dado a que mi
cabeza no estaba colaborando, sino que dolía de una forma opresora, me
resultaba muy doloroso y difícil.
- ¿Estás seguro?
- ¿Cómo podría equivocarme, Alice? Tuvo dos visiones.
Replicas muy exactas de los recuerdos de la chica que estuvo consciente durante
el secuestro y la visión que tuviste cuando una de ellas fue secuestrada
estando inconsciente. Podrías pedirle que cuente con exactitud lo que ha visto
para comprobarlo.
Con las palabras de Edward, mis pensamientos y
recuerdos se ubicaron violentamente en el lugar correcto, encajando como dos
piezas de puzzle. Entonces, pude comprenderlo: Había visto el secuestro de mis
hermanas, había ido al… pasado por unos segundos. Dos veces.
Santo cielo…
¿era eso posible? ¿Cómo lo había hecho?
Alice me sonrió tímidamente cuando volví a alzar la
mirada y me encontré de nuevo con la suya. Estaba asustada y pudo leerlo en mis
ojos.
- Line, ¿estás bien?
Negué con la cabeza casi inmediatamente. Ella suspiró y
posteriormente le dedicó una larga mirada a Edward, quien al cabo de un minuto
asintió y salió de la habitación.
- Tranquila, cariño - Alice se acercó a mí e
inmediatamente Karen se hizo a un lado para que se sentara a mi lado – Solo
acabas de tener una visión. Estarás bien. Seguramente estás aturdida y
confundida, incluso asustada. Pero ha sido algo que ya pasó… ahora estas en el
presente y todo está bien.
¡Por un
carajo! ¡Quería hablar! ¡¿A dónde se había ido mi voz cuando más la necesitaba?!
Tomé una bocanada de aire mientras asentía. Gruñí por
el dolor que abrazó mis costillas.
- Dicen que ha visto el pasado ¿Cómo es eso posible? –
susurró Karen.
La forma me hizo querer abrazarla y consolarla, aun
cuando posiblemente yo era la que lo necesitaba. Ella estaba sufriendo conmigo
aun cuando no comprendía lo que estaba pasándome.
- Al parecer aún queda un muy recóndito rastro del gen
que me dio la capacidad de ver el futuro – explicó Alice mientras acomodaba un
mechón de cabello tras mi oreja – y dado a que es tan antiguo digamos las cosas
se distorsionaron un poco – sonrió como si intentara infundirme ánimos. Lo
logró.
Alice me estaba haciendo salir del aturdimiento pero no
por ello mi cabeza dejaba de doler. – Sin embargo, creo que hay que esperar dar seguridad
de ello… ¿Estás lista para hablar sobre lo que viste? –su tono era tan suave y
maternal, que sentí que había restado 10 años a mi documento de identidad.
- No – logré murmurar al fin.
- Está bien. Lo haremos luego. Relájate.
Mi tía posó su mano en mi frente y sentí alivio ante el
contacto frio de su piel.
Cerré los ojos y suspiré.
- Claramente lo que necesita es comer. Escucho los
rugidos de su estómago desde la cocina – Esme entró a la habitación con una
bandeja de madera color caoba en sus manos, repleta de comida. Mi estómago
rugió al verla. Me sonrojé aun cuando pensé que no había manera de devolverle
la sangre a mi rostro. – Han sido demasiadas cosas en muy poco tiempo, si no te
alimentas bien se te hará aún más difícil digerir todo.
Le sonreí lo más que la venda en mi cara me permitió.
Esa mujer en serio era un ángel disfrazado de vampiro.
- Muchas gracias, Esme. No sé cómo agradecerte y
disculparme por todas las molestias que he causado en tan poco tiempo – susurré
avergonzada cuando dejó la bandeja a mi disposición.
- Nada de eso, Caroline. Eres la sobrina de mi hija y
la mejor amiga de mi nieta ¿Qué más se necesita para que entiendas que eres
parte de la familia ahora? – me consoló con una sonrisa dulce y señaló uno de
los platos que descansaban en la bandeja – y la familia se cuida entre sí,
ahora come antes que se enfríe.
Esme salió de la habitación apenas me lleve el primer
bocado a la boca. Dos minutos después Alice les pidió a las mellizas hablar un
momento afuera. Solo quedamos Renesmee y yo en la habitación, en un completo
silencio. Comí bajo su escrutinio y tal vez, sino se tratara de mi mejor amiga
me habría incomodado.
Insistí en comer sin recibir ayuda, solo permitiéndole
ayudarme cuando necesitaba cortar algo y que obviamente se me hacía imposible
con una sola mano, del resto aun cuando me resultaba difícil me obligaba a
valerme por mi misma. Ya había causado las suficientes molestias.
Aproveché el silencio para organizar mis ideas. Lo que
había pasado durante la madrugada y lo que había visto hacia tan solo unos
minutos. Me esforcé por encontrarles un correcto lugar en el rompecabezas.
- Papá, mamá y Jasper estaban fuera de Forks, lo que
hizo que las cosas se complicaran un poco – explicó como disculpándose - sin
nadie que leyera los pensamientos, protegiera nuestras mentes o controlara las
emociones de nuestros adversarios, agregándole el hecho de que las visiones de
Alice últimamente son borrosas… se nos fue de las manos por unos minutos…
- No trates de explicarme
ahora. No voy a entender nada – la corté – estaré agradecida haya pasado lo que
haya pasado. Eso no tiene importancia ahora.
Deje de cavilar la comida cuando una idea cruzó mi
mente.
¿Sería capaz de ver lo que había pasado
mientras mis hermanas estaban secuestradas? Espere. Nada paso. Lo pensé con más fuerza. Nada. ¿Se trataba de un don
descompuesto o que rayos?
Bufé por lo bajo.
No podía tratarse de un don que llevaba en los genes
cuando nunca me había pasado antes…
¿Los golpes en
la cabeza tenían algo que ver? ¿Tan exacto había sido lo que había visto como
para que Edward dijese que yo tenía un… don? ¿En realidad tenia uno? Y si no, ¿Qué era todo eso de ver al pasado y volver al
presente en segundos? ¿Qué yo no era una simple humana? ¿Qué estaba mal conmigo
ahora? ¿Realmente podría haberlo heredado de Alice?
- Deja de preguntarte todas esas cosas – me interrumpió
Carlie mientras me ayudaba de nuevo con la comida. La miré alzando una ceja,
¿ahora también leía la mente? Me sonrió – no la leo – respondió aun cuando era
irónico pues parecía todo lo contrario – es solo que te conozco demasiado bien.
Estás frunciendo tu ceño y haciendo mohines. Solo concéntrate en comer por
ahora, vas a terminar por volverte loca si no te tranquilizas.
- ¿Cómo esperas que me tranquilice cuando acaban de
decirme que tengo el don de ver el pasado? ¡Más aun! ¡Cuando sé que es posible
porque estoy lo suficientemente desquiciada para creer que pude verlo hace unos
minutos!
¡Oh, querida
voz! ¡Te eche de menos! ¡¿A dónde carajos te habías ido hace unos minutos?!
- Lo sé… no puedo decir cuan
abrumador es. Yo me acostumbré a mi don incluso antes de aprender a hablar. Lo
siento.
Suspiré.
- No, yo lo siento. No tienes la culpa de que esté
atolondrada hasta la medula – tomé un sorbo del delicioso jugo de melón que
Esme había preparado para mí – Estaba loca, me golpearon la cabeza y empeoré.
Fin de la historia.
Soltó una risa débil.
- Yo… me siento tan culpable…
Rodé los ojos.
- No seas ridícula, Carlie. No tienes la culpa de todo
– iba a protestar pero me adelante – incluidos el calentamiento global, la
extinción animal y la pobreza mundial. Eres solo la mejor amiga de alguien que
tiene la suerte de un pepinillo – le quité los cubiertos de las manos para
volver a comer y lo siguiente lo dije con un trozo de pollo en la boca – fin de
la discusión.
Ella se carcajeó y me sentí satisfecha. Solo estaba
diciendo sandeces para que ella se relajara, aunque yo no lo estuviera en absoluto.
Una vez que dejé la bandeja sin rastro alguno de
comida, exhalé satisfecha. Me sentía mejor, con más energía y con la mente más
despejada. El dolor de cabeza seguía allí pero era más soportable.
- ¿Cómo es que Nahuel está en Forks? ¿No volvía dentro
de un mes? – cuestioné, intentando distraer mi atención en algo que no fuera mi
supuesto don.
- No lo sé. No he tenido tiempo de preguntárselo – se
encogió entre hombros – estoy segura que vendrá en unos minutos. Mi padre ha
ido a reunirse con ellos, seguramente le ha dicho que ya despertaste.
Una sonrisa fugaz pasó por mis labios. Me gustaba la
idea de verlo, se había ido hace muy poco pero por todo lo que había pasado
sentía que habían sido meses. Sin embargo, la sonrisa desapareció al recordar a
cierto chico lobo que había besado la noche anterior.
Me sonrojé.
- ¿Te estás sonrojando? – Carlie entrecerró los ojos -
¿Por qué te sonrojas luego de mencionar a Nahuel? ¿Qué cochinadas estás
recordando, Roses? – bromeó.
Palidecí.
- Oh, mierda. Ahora te has puesto como un papel, ¿he
dicho algo malo? Tú me molestas todo el tiempo con Jake, no me digas que hoy
estás delicada…
- Cállate, Swan – siseé.
- Ash, pero que humor. ¿Ha
pasado algo? – Renesmee ladeó la cabeza, confundida por mi actitud.
- ¿Por qué lo preguntas? –
solté bruscamente, y eso fue todo. Lo entendió.
- Oh, claro que paso. Estabas
pensando en eso, y por cómo palideciste puedo deducir que acerté en lo de
cochinada pero no en con quién la hiciste.
Asentí sin decir nada, sintiéndome obvia. No lograba
controlar la forma en que me sentía con respecto al tema y mucho menos lograba
disimularla. Ahora que Nahuel estaba de regreso tenía que aprender a hacerlo.
¿Cómo es que
de un momento a otro me encontraba en una especie de triángulo sentimental?
- A veces es tan molesto que
me conozcas tanto – murmuré avergonzada.
- Tenemos que hablar de eso
– su entrecejo se contrajo – pero no ahora, puedo escuchar el pie de Seth
golpear contra el suelo desde hace cinco minutos. Es exasperante – puso los
ojos en blanco – al parecer por eso que no me has contado, está bastante
ansioso. Los dejaré solos y volveré al rato ¿vale?
¡¿Qué?!
La miré fijamente unos segundos, esperando que rompiera
a reír por mi expresión y dijera que solo estaba tomándome el pelo. Nunca pasó.
Justo cuando se estaba levantando de la cama, la tomé del brazo.
- Deja de bromear. Me duele la cabeza.
- ¿Quién está bromeando? Seth está afuera y quiere
hablar contigo. Sacaré mi trasero de aquí para que puedan hablar cómodamente –
dijo cada palabra lentamente, como si intentara explicarle la situación a un
bebé.
Mi corazón dio un vuelco al escucharla, un extraño
escalofrío recorrió mi espalda y la boca de mi estómago se contrajo. Dirigí la mirada
a la puerta y la regrese a los ojos de Carlie, quien me sonreía divertida.
¡La muy
imbécil lo estaba disfrutando!
- Iré a comer, muero de hambre. ¡Volveré en un rato!
Antes de que
pudiese mediar palabra, Carlie había tomado la bandeja y había desaparecido de
la habitación. Cerré
los ojos y me llevé el dedo índice y el pulgar al puente de mi nariz, lo
presioné por unos segundos en tanto inhalaba
y exhalaba con lentitud. Abrí los ojos cuando recuperé la compostura y justo en
ese momento Seth entró a la habitación con aire vacilante.
Detuvo su andar en la puerta, sin despegar su mano de la
manilla, como si esperara alguna autorización de mi parte para acercarse.
Nuestras miradas estuvieron conectadas al instante. Sentí el incómodo sonrojo
aparecer de nuevo. El había estado escuchando como Carlie se refería a lo que
había pasado entre nosotros.
Nosotros… ¡Joder!
Como de costumbre, estaba semidesnudo. Su pecho
descubierto, sus muy típicas bermudas de jean viejas, sus pies descalzos y su
cabello alborotado. Lo único diferente a lo que estaba acostumbrada a ver en
él, era su expresión. Desde el día en que nos habíamos conocido, una cálida y
preciosa sonrisa aderezaba sus labios todo el tiempo, ahora solo estaban
fruncidos en una simple línea recta.
- Hola - murmuró.
- Hola – respondí a media voz, no estuve segura de sí
pudo escucharme.
- ¿Cómo te sientes?
- Bien… Supongo que sobreviviré – musité – ¿Tú cómo éstas?
– intenté sonar desinteresada pero la inspección que hice de su anatomía, no
logró ser discreta. Todo estaba en orden
a simple vista.
- Estoy en una pieza. También
sobreviviré – medio sonrió, pero el gesto se vio tan forzado que no logró ser
cálido.
- ¿Piensas quedarte allí parado toda la conversación?
No respondió, simplemente cerró la puerta a sus
espaldas y con una vacilación exagerada se acercó a la cama. Se detuvo justo en
frente y metió las manos en sus bolsillos.
El ambiente se tornaba más incómodo a medida que
recordaba con más claridad lo que había pasado. Miré sus labios por puro impulso, mordí la cara interna de mi
mejilla y volví a bajar la mirada cuando sentí que él podía leer mis pensamientos
solo mirándome. Estaba siendo ridícula y aunque lo sabía no podía controlarlo.
– Sé que la última vez me pediste que me alejara, pero
yo solo tenía que… - suspiró –
necesitaba verte despierta… puedo estar más tranquilo ahora que veo que tienes
un suave sonrojo, hace unas horas estabas tan pálida como si estuvieses…
- ¿Muerta? – completé, recordando el lamentable estado
en el que me miraba en los recuerdos de Renesmee.
Frunció el entrecejo y asintió.
- Por suerte no fue así. Digamos que soy una especie de
chica súper fuerte que soporto el encuentro con un vampiro. Y aunque sé que de
haber querido matarme inmediatamente, lo habría hecho, me daré algo de crédito
por estar en una pieza. Soy como la elegida de una profecía, la chica que
sobrevivió en su encuentro con la hermana gemela de Lucifer – dramaticé mirando
a la nada, diciendo el tipo de estupideces que sacaba a flote cuando todo lo
que quería era huirle a la incomodidad de alguna situación o simplemente animar
la expresión de otra persona con mi estupidez. En esa situación, tenía ambas
intenciones. El hablar de mi muerte había incluso remarcado sus ojeras, su
semblante se había oscurecido tanto que pude sentir la sinceridad en él. Yo en
verdad le importaba.
Seth sonrió ampliamente – sinceramente – ante la zarda
de tonterías que dije. Solo por ese gesto, no me importó parecer una especie de
loca delirante. De todas formas él me había visto en mi modo idiota activado.
Había llorado como una niña de 6 años frente a él y lo había golpeado como si
él fuera un bravucón que había lanzado tierra sobre mis muñecas.
Y aquí vienen
las malditas mariposas… últimamente aparecían tan seguido que estaba empezando
a considerar que sufría problemas de gastritis.
Le sonreí de vuelta, solo un poco pero contagiada por
él.
- Tienes una personalidad tan extraña – negó con la
cabeza sin dejar de sonreír – la verdad dudo que algún día pueda predecir lo
que dirás.
- Culparé al golpe en mi cabeza de todas las
estupideces que diga de ahora en adelante.
- Dudo que se deba a eso – replicó divertido.
- El golpe en mi cabeza, Clearwater– rebatí.
- Tan obstinada… - entrecerró los ojos.
Me esforcé por ocultar la sonrisa que luchaba por
formarse en mis labios. Ya no me sentía tan incómoda.
- Gracias – dije un momento después.
- ¿Por qué?
- Tu sanaste mi mejilla – le recordé – no sé cómo lo
hiciste, pero Carlie me ha dicho que gracias a ello no tendré una horrorosa
cicatriz. Así que muchas gracias, Seth.
- No hay de que, todo lo que importa es que estas bien
– me dedicó una intensa mirada, como esas de las que me hacían bajar la mirada
en nuestros primeros encuentros y como siempre, surtió el mismo efecto. Clavé
la mirada en mi yeso.
- Tu sangre no es cualquier cosa, Seth… ¿Podrías
explicármelo tú?
- ¿El qué?
- Como es que tu sangre me ayudó ¿Transfusión? ¿Algún
ritual lobuno? – alcé la mirada.
Sonrió ladinamente ante mis palabras. Negó con la
cabeza.
- Te lo mostraré.
Seth se acercó a la mesita de noche que se encontraba
junto a mí, primero a paso dudoso pero en cuestión de un segundo la
determinación llenó su accionar. No dije nada, solo observe lo que hacía. Tomó
el bonito vaso de vidrio que descansaba vacío, en la mesita. Se arrodilló junto
a la cama, a pocos centímetros de mí.
- Sé lo que estoy haciendo, no te alteres, ¿vale?
- ¿A qué te refieres? – fruncí el ceño ¿Me iba a mostrar el ritual? ¿Había un
ritual? ¿Se necesitaba un vaso?
- Solo observa. Tranquila.
Seth colocó el pequeño vaso – al menos así se veía en
contraste con su mano – en el piso y seguidamente coloco su palma derecha sobre
el mismo, me miró a los ojos un segundo antes de aplastar el vaso con su mano,
simplemente hizo una mueca antes de proceder en su “demostración”.
El sonido del vidrio partiéndose, cediendo como si se
tratara de plastilina, ante la fuerza de Seth, me hizo encogerme en mi lugar.
Pero lo que verdaderamente dislocó mis pensamientos fue su palma abierta,
sangrando frente a mí.
Me llevé la mano a la boca, la cual estaba abierta a
solo segundos de soltar un grito de auxilio, cuando él dijo:
- Sé lo que hago, tranquilízate.
- ¿Cómo podría? ¡Estas sangrando! ¿Qué estás loco? ¿Por
qué has roto el vaso? ¿Te drogas con alguna hierba del bosque no es así? ¡Joder!
– balbuceé sin poder detenerme, mientras miraba el vidrio pulverizado al que
había quedado convertido el vaso.
¡Qué demonios!
¡Era demasiado fuerte y lo sabía! ¡¿Qué estaba intentando mostrarme?!
Lo escuché reírse y observé como con tranquilidad pero
rapidez se sacaba los vidrios incrustados en su piel, con su mano sana. Parecía
divertido ¡y era completamente
exasperante!
- Ven acá – tomé su una su mano ensangrentada y la puse
sobre mi regazo - apartando mi muñeca enyesada para que no se manchara - sin
deparar demasiado en otra cosa que no fuera los vidrios. Con la mano que tenía
en buen estado, saqué los últimos vidrios que quedaban a la vista, su piel
estaba hinchada y la sangre no se detenía hasta que…
- Es cuestión de tiempo. Observa.
Iba a replicar a sus palabras cuando su piel, ante mis
ojos, empezó a cicatrizar a una velocidad inhumana. Sus heridas se fueron
cerrando frente a mí y yo solo abría los ojos ampliamente en un intento de
asegurar que mi visión no estaba fallando ¿Me
había terminado de volver loca?
- Ya he hecho esto antes, los chicos de la reserva
solían aplastar cosas. Cuando éramos nuevos en esto, estábamos obsesionados con
la fuerza. Hacíamos competencia de quien cicatrizaba más rápido y quien se
sacaba cualquier cosa incrustada en la piel antes de que la herida cerrara.
No podía procesar lo que decía, seguía parpadeando
incrédula y acercando su mano a mis ojos. Al cabo de un minuto, todo estaba
cerrado y la sangre estaba seca. ¡¿Qué
carajos?! Sostuve su mano entre las mías y la examine curiosa, tenían que
haber heridas, no podían haber cerrado ¡Jesús!
El solo reía ante mi comportamiento.
- Eso fue lo que pasó. Mi sangre curó tus tejidos, tal
como lo acabas de ver. Claro, en hecho de que tú eres humana hace el proceso
más lento pero surte casi el mismo efecto. No estaba seguro de si funcionaria,
por suerte así fue…
- Tú... Tú acabas de… ¡Sanar en un minuto! ¡¿Cómo
hiciste eso?! – solté aun aturdida, seguía tocando su mano sin poder creerlo.
Volvió a reír.
- Es algo de lobos, Caroline. Sanamos rápido, es una de
las ventajas.
- Dios mío… - murmuré mirándolo a los ojos – ¡¿Qué
estas demente?! ¡Casi me matas de un infarto! – Golpeé su hombro frustrada -
¡Idiota fortachón presumido! ¡Podrías simplemente habérmelo dicho! ¡Jesús
bendito!
Él se carcajeaba y eso solo me hacía sentir más
frustrada. De haber tenido ambas manos en buen estado habría tomado su cuello
entre mis manos y lo habría apretado como si se tratara de un pollo de hule.
- ¡Deja de reírte! – grité.
- Vale, vale. Lo siento – dijo calmando su risa, sin
embargo, seguía burlándose de mi – es solo que has cambiado de humor tan
rápido, hace un segundo querías curarme y ahora seguramente estás pensando en
ahorcarme – di un respingo ante su suposición tan acertada.
- Eres un tonto – refunfuñe.
- Lo sé, lo siento – ya no reía pero sus ojos brillaban
con diversión – no quise asustarte, por eso te dije que no te alteraras. Pero
no me escuchaste en absoluto. Perdóname.
Resoplé y rodé los ojos.
- Lo siento – repitió ahora más serio.
Le dediqué una mirada envenenada.
-
Fuiste demasiado gráfico ¿Qué esperabas? ¿Qué me quedara mirando cómo
sangrabas?
-
Vale, perdóname – volvió a decir, fue entonces cuando me di cuenta que su mano
seguía en mi regazo y que además estaba entrelazada con la mía. Se me atascó la
respiración en la garganta pero no la aparte, no tuve la voluntad necesaria.
- Así que solo… ¿Me hicieron una transfusión?
-
Fue algo menos complicado. Te tomaron puntos, y te colocaron vendas ungidas con
mi sangre. Al pasar de 5 horas tu piel empezó a cerrarse, por lo que se fueron
quitados los puntos dado a que la herida, para entonces se había vuelto más
pequeña y podría cicatrizar más fácilmente.
Fruncí
el ceño.
-
¿Fue mucha sangre?
-
¿Acaso eso importa?
-
¿Sueles dar tu sangre por ahí sin mirar cuanta es?
-
¿Sueles medir la cantidad de sangre para agradecer por ella?
-
Nunca nadie me había dado su sangre.
- Y
yo nunca se la había dado a nadie. Pero estamos hablando de ti, te daría
cualquier cosa de todos modos. No tiene importancia cuanta fue.
Intente
ignorar el hecho de que se refirió a todo, como si se tratara de su propio
corazón.
-
Siento todo esto, Seth. Gracias – murmuré tímida. La calidez de su tacto me
relajaba. – Si puedo hacer algo por ti,
simplemente dímelo.
- No
ha sido nada y no me debes absolutamente nada. Solo recupérate por completo.
Basta sobra para mí – alzó su mano y con
cuidado coloco su mano sobre la venda que cubría mi mejilla, por puro impulso
recosté suavemente su mano en su palma, el calor que traspasaba el rustico
material azotó mi carne. Fue una sensación de alivio y molestia a la vez. –
Aunque ahora que lo mencionas… ¿Podrías hacerme un favor?
-
Lo que sea – dije sin titubear.
-
Cuídate – respondió simplemente – mantente sana.
Fruncí
el ceño ante su petición.
-
Bueno, pensé que siempre lo hacía… pero, uh ¿me esforzare? – solté confundida.
Me miró
fijamente un segundo, luego bajó la mirada a nuestras manos y por puro reflejo
hice lo mismo. Me tensé cuando su mano apretó la mía y la acerco a sus labios
para dejar un beso sobre mi torso. Técnicamente deje de respirar.
Seth
me dedicó una sonrisa triste antes de remover su mano y aflojar su agarre, lo
solté sin poner resistencia pero mi palma se sintió helada al instante.
Se
apoyó sobre sus rodillas para poder acercarse a mí. Yo permanecí mirándolo
tratando de predecir sus acciones. Su palma regreso a mi mejilla cuando se
inclinó a besar mi frente, dejo sus labios pegados a ella por más tiempo del
necesario. Lo sentí aspirar profundamente y ante mis ojos su manzana de Adán me
hizo notar que había tragado con dificultad. Inmediatamente mi pulso se
disparó.
¿Qué estaba pasan…?
- Solo vine a asegurarme de que estabas bien y me he
quedado más tiempo del que debí haberme permitido – explicó cuando separó su
boca de mi frente e inclinó su rostro para mirarme, asegurándose de poner una
distancia adecuada entre nosotros, por un momento sentí el impulso de acortarla
pero me mantuve inmóvil - Ahora, me resulta incluso más difícil irme. Pensé que
estaríamos tan incómodos que ni siquiera podría acercarme sin que empezaras a
pedirme que me alejara de nuevo. Pero aquí estamos, comportándonos como si nada
hubiese pasado. Como si yo no te hubiera dejado ver lo que siento por ti y como
si tu no me hubieses pedido que me alejara porque solo estoy complicando aún
más las cosas para ti ¿Por qué eres tan cambiante? – negó con la cabeza y con
un suspiro continuó - Ahora que sé todo lo que ha pasado las últimas semanas,
entiendo cuán difícil debe ser para ti, y por ello voy a darte el espacio que
quieres. Aunque no quiera hacerlo, aunque me gustes, aunque solo quiera estar
contigo… lo haré.
- Seth… - susurré procesando sus palabras, intentando
reproducir una respuesta acorde al contexto pero dentro de mi cabeza, solo
podía escuchar su voz diciendo que se alejaría de mí.
- Estaré esperándote, ¿vale? Si eso que sientes por mí,
te hace querer verme de nuevo. Llámame. No importa la hora, el día o lugar,
llegaré a ti cuando así lo quieras.
Me quedé sin habla, completamente helada. Tenía tres
palabras atoradas en mi garganta, pero no logré hacerlas sonoras.
Su rostro se acercó peligrosamente al mío, contuve la
respiración y simplemente sostuve su mirada en todo momento. Pensé que iba a
besarme, podría haberlo apostado pero justo cuando creí que sus labios tocarían
los míos, se desviaron a mi mejilla y dejaron un cálido beso sobre la misma.
- Hasta luego, Caroline. – susurró en mi oído haciéndome estremecer. Me
quedé mirando su espalda mientras caminaba y quise correr tras el para
detenerlo.
Cuando desapareció por la puerta, una ilógica sensación de vacío me embargo, desde cada hebra de mi cabello, hasta la punta de los dedos de los pies. Seguía sintiendo el roce dulce y amargo de sus labios en mi mejilla, quemándome, haciendo que como siempre, mi cuerpo entero reaccionara.
Me sentí herida... sola, vacía. Una sensación tan desesperante que dio como resultado que las lágrimas inundaran mis ojos. Sentía como si alguien estuviera apretando mi corazón entre sus manos y solo podía cuestionarme el porqué de mi actitud. La respuesta solo provocó que la verdad me golpeara de lleno.
Había estado tratando de evitar, negarme a mi misma la magnitud de la situación y finalmente como era obvio desde un principio, después de muchos esfuerzos, se me hacia imposible seguir tapando el sol con un dedo. Seth me importaba, me gustaba, me atraía como un imán. Era diferente a cualquier cosa que hubiese sentido antes y no podía comparar la opresión en mi pecho con ningún otro dolor que hubiese sentido antes a causa de un chico. Ya mi subconsciente me lo había dicho y yo simplemente me había aterrado y había salido corriendo... estaba enamorada de él y no podía simplemente pasar la hoja y seguir como si nada.
El brillo que se había extinguido al cerrarse la puerta, ya me habia dejado cegada. Ya había caminado alrededor del sol con miedo a quemarme, pero dispuesta a abrazar las llamas. Y no fue hasta ese momento que lo comprendí del todo; evitar lo que sentía, omitiro, olvidarlo... no sentirlo, era simplemente imposible para mi. En cuestión de un parpadeo, Seth se había convertido en algo tan grande que resultada abstracto en definición, algo que me llenaba por dentro de la manera mas deliciosa.
Lo quería lo hacia intensamente. El sentimiento pesaba toneladas en mi pecho, negándose a apaciguarse. Me dejaba sin aliento, indefensa en medio del remolino de emociones que emergían sin control desde mi corazón hasta cada una de mis venas.
!No te vayas! - grité en mi interior y cuando estaba decidida a encontrar la manera de ponerme de pie y dejar que mis mas fuertes deseos guiaran mis pies, la puerta volvió a abrirse.
No hubo luz, el sol definitivamente se había ocultado, dando paso a la noche.
Un par de ojos intensamente cafés - muy diferentes a los cristalinos que habían dejado mi cabeza y mi pecho hechos un caos - me miraron con notorio alivio. Fui incapaz de ver el brillo y mucho menos de sentir la calidez que antes había sido capaz de percibir, aun cuando venían acompañados de una preciosa sonrisa.
Al verlo frente a mi, con su característica coleta, sonriéndome inocente a todo el desastre que estaba dentro de mi, supe la razón por la que había estado dando tres pasos atrás cada que daba uno al frente...
- Roses, gracias al cielo estás bien - me dijo Nahuel muy emocionado mientras me estrechaba cuidadosamente entre sus brazos. Vagamente correspondí el gesto, aun muy aturdida y con los ojos nublados por las lagrimas.
Todo había sido por él. Y no tenía derecho a arrepentirme por ello.
---------------------------
¡Hola
chicas! ¿Cómo han estado? Espero que bien :)
Aquí les
dejo el capítulo 33 (si, por fin :$) sé que me tarde una semana más de lo
prometido y por ello, no voy a excusarme de ningún modo. No voy a marearlas con la misma cuestión de
siempre porque no quiero ser tediosa, simplemente diré que no había podido
actualizar, que LO SIENTO y AGRADEZCO SU PACIENCIA de todo corazón.
Espero no
estar hablando sola en este momento y que alguien llegue a leer las 32 páginas que
constituyen este capítulo. Me tarde y de verdad intente hacerlo lo mejor
posible, espero que mi esfuerzo les hayan sido suficientes, después de todo no
importa cuando me esfuerce si no da un buen resultado ¿No creen? :)
Ahora, vi
un comentario en el Cbox que me ha dejado un mal sabor de boca, y no es por lo
que ha dicho sino porque tiene razón.
“Debes cumplir lo que
prometes”
Lo sé, soy
una fiel partidaria de esa frase. Siento si cause molestias de algún tipo y me
disculpo por quienes se han mantenido al pendiente del blog sin resultados
satisfactorios.
Ahora bieeeeeeeeeeen,
dejando de ser tan serias que no se me da muy bien que digamos ;D ¡hablemos del
capítulo! *-*
¿Qué les parecía?
¿Alguna crítica constructiva? ¿Algo que sienten que falto? ¿Qué opinan del nuevo don de Caroline? Ya de
por si no era una humana común tenía que darle su ultimo empujoncito para que
fuera completamente rara Jajaja :D
Para las
team Nahuel: YA VOLVIÓ NUESTRO SENSUAL HIBRIDO SAKJSAKSAKS HASTA YO LO EXTRAÑE
:G
Para las
team Seth: MUERO DE DOLOR T-T LO AMO TANTO Y EL SE VA… DEBERIA VENIR CONMIGO YO
SI LO ACEPTO FACIL SIN COMPLICACIONES U_U
(Justo
ahora parezco una loca esquizofrénica, pero para que negarlo soy team Naeth.
(Ambos *-* acabo de inventar el nombre JAJAJAJAJA :D)
Comenten como
se sienten y yo prometo adaptarme lo más posible para el próximo capítulo.
¿Próximo capítulo,
Ramírez? ¡este es el final!
¡Así es! Es
el final de DIVIDIDA :) como ya dije, habrá una segunda parte. Aun no tengo
fecha de publicación puesto a que apenas tengo el “esqueleto” del prologo hecho
y ni siquiera he pensado en el título del primer capítulo, pero a medida que se
vayan dando las cosas les estaré avisando. Aprovechando que estoy de
vacaciones, intentare escribir lo más que pueda. Ahora me siento un poco más
fresca, estuve muy bloqueada los últimos días pero me mantendré lo más fresca. Lo
prometo.
Sin más que
decir, me retiro mis queridas y fieles amigas.
Gracias por
tanto.
Nos leemos
pronto, más pronto de lo que creen.
Las amo.
Caro Ramírez.